martes, 22 de mayo de 2007

Zelig (Woody Allen, 1983)

Woody Allen valiéndose de una serie de efectos técnicos logra crear un documental ficticio sobre la vida de Leonard Zelig, un hombre capaz de cambiar de personalidad y apariencia según se van dando las circunstancias.

La historia está ambientada en los años 20s y narra a la manera de los noticieros de la época, la biografía mediatizada de un hombre lleno de miedos y complejos (algo muy normal en la filmografía de Allen). La película cuenta con la aparición de Mia Farrow en el papel de la doctora Eudora Nesbitt Fletcher quien en un principio se interesa en Leonard Zelig (Woody Allen) por su caso médico, aunque al final termina perdidamente enamorada de él.

El director realmente experimenta con el medio cinematográfico en esta ocasión, la puesta en escena en este caso debe ser juzgada de un modo totalmente diferente. Con Zelig, Allen plantea la idea de una ficción contenida dentro de otra. Lo representado da cuenta de una realidad que es inexistente. Es como dibujar un caballo de cinco patas. Además el director continúa con esta idea e incluso dentro del falso documental cita escenas de una inexistente película de ficción hecha sobre el caso de Leonard Zelig. Lo anterior recuerda sin lugar a dudas lo hecho por Cervantes en el Quijote o por Miguel de Unamuno en Niebla.

La tragedia de Zelig consiste básicamente en querer ser como los otros para sentirse normal. Es así como el protagonista pasa de ser un jugador de béisbol a un músico de jazz, de ser un chino a un psiquiatra, de ser un francés a un gordo, de ser un Nazi a un piloto, como si fuera un camaleón aunque no sólo cambiando de apariencia sino además el modo de pensar. Allen plantea como el ser humano tiende a reunirse en diversos grupos especializados separándose unos de otros. Lo interesante es ver desde lejos (a la manera de un documental) como este personaje se comporta. Resulta siendo una especie de documental de Discovery channel sobre la raza humana. Evidentemente Allen plantea de fondo un problema mucho más serio que tiene que ver con la existencia y la virtualidad. La apariencia y el conocimiento.

Gracias a los medios de comunicación el caso de Zelig se hace muy popular y Allen se vale de esto para retratar la sociedad consumista manipulada por los medios de comunicación y como el protagonista es usado como una mercancía. Gracias a esta fama la Dra Fletcher se hace cargo de su caso y logra por medio de diversas terapias hacerlo una persona "normal". Lo curioso es que Allen nos tira la bola de vuelta y muestra a Zelig ya recuperado como un ser humano normal que en cualquier caso se ve obligado a fingir y a transformarse. La conclusión de la película podría ser que en lo único en lo que se puede ser sincero es en el amor(en este caso el de la Dra Fletcher y Zalig) el cual permite que Leonard vuelva a ser él mismo y de alguna manera se redima.

El tono cómico de la película muchas veces es muy interesante; por ejemplo la secuencia en la que Zelig está acompañando a Hitler o cuando crea un caos en el Vaticano. Pero a veces da la impresión de que el director quiere agradar al espectador valiéndose de bromas repetidas y predecibles que sin duda destruyen la ilusión del falso documental. Allen deja ver en este caso más que en ningún otro su amor por el jazz y de nuevo llena la película de referencias artísticas e intelectuales.

El tratamiento técnico de la película es increíble, sobre todo teniendo en cuenta él año de su realización (1983). Los montajes, la dirección de arte y fotografía están totalmente logradas, incluso un espectador desprevenido durante los primeros 20 minutos del film podría pensar que está viendo un documental histórico. Las actuaciones de Allen, Farrow y de las personas que entregan sus testimonios acompañados de las voces de Patrick Horgan desnudan la gran maestría con la director compuso una compleja puesta en escena lo cual le valió recibir gracias a este film el premio a la mejor película otorgado por el Festival de Cine de Venecia.

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Nace, hace películas y las critica.