lunes, 26 de noviembre de 2007

El sabor de las Cerezas (Ta'm e guilass, Abbas Kiarostami, 1997, 95 min)

Con El Sabor de Las Cerezas Abbas Kiarostami consigue en 1997 la Palma de Oro en el festival de cine de Cannes y de paso continúa la contundente consagración de su carrera como cineasta que para ese entonces ya comprendía títulos tan importantes como "Dónde está la casa de mi amigo" y "A través de los Olivos".


La película comienza con una excelente secuencia en la que el protagonista Mr. Badii (Homayon Irshadi) conduce su camioneta vagando por una zona desértica, buscando a alguien o a algo angustiosamente. Mr Badii habla con extraños que se cruza por la carretera y les ofrece una gran suma de dinero a cambio de un trabajo misterioso del que prefiere no dar detalles. Los transeúntes huyen despavoridos o lo amenazan pensando que algo malo se trae entre manos. Un tiempo después y gracias a una serie de deducciones que ofrece el director al espectador nos damos cuenta que el protagonista tiene decidido suicidarse sin aclarar nunca los motivos, necesitando para tal empresa de alguien quien lo sepulte una vez muerto echándole 20 paladas de arena encima.

Durante su viaje conoce a un tímido soldado adolescente kurdo, a un seminarista afgano y finalmente a Mr. Baghi (Abdolrahman Bagheri) un hombre de al menos 60 años quien trabaja en el museo de historia natural. Todos sus compañeros de viaje tratan de hacerlo desistir de sus planes exponiendo cada uno sus motivos más íntimos sin lograr convencerlo.
Finalmente resulta siendo el encuentro de Mr. Badii con Mr. Baghi el más relevante. Este último paradójicamente ya antes había intentado suicidarse también. En ese momento Kiarostami magistralmente conduce la puesta en escena de una secuencia especialmente complicada. Mr. Baghi relata como cuando ya estaba dispuesto a morir ahorcado, una simple mora le salva la vida. Lo que hace el director es sorprendente; valiéndose de un juego de plano contra plano en el automóvil básicamente en planos medios, descansa la narración audiovisual totalmente en la palabra y luego usando grandes panorámicas de la camioneta atravesando el desierto nos deja con el sonido punzante de Mr Baghi quien entrañablemente clama por la vida de Mr. Badii pero a la vez se compromete a enterrarlo. La voz en off de Mr. Baghi y los paisajes del desierto logran una narración audiovisual contundente sobre la cual el espectador recompone su propia imagen.


Evidentemente Kiarostami nos enfrenta al conflicto ético (y en este caso religiosos) que existe ante el suicidio presentado desde el enigma de un individuo. Es necesario precisar que la puesta en escena no genera identificación alguna con el protagonista y que gracias a esto la película no resulta emotiva en un primer plano. Durante algún momento del diálogo de Mr. Baghi con Mr. Badii el primero le dice al segundo que si no le explica cuales son los problemas que lo acosan le será muy difícil ayudarlo y comprenderlo... Pues bien, lo mismo sucede con el espectador. Mr. Badii es un enigma el cual no genera mayor sentido de compasión aunque claro está nunca en detrimento de la dramaturgia. De hecho Kiarostami se vale de este recurso para plantear disposición de la construcción dramática a otro nivel. En este caso las voces de los acompañantes de Mr. Badii y el inminente choque de su decisión de suicidarse frente a los valores religiosos de la sociedad musulmana proponen un particular ritmo en el montaje el cual resulta creando un espacio para la observación del espectador. Me es imposible en este sentido no asociar algunas de las películas de Kiarostami con el trabajo del grandioso Robert Bresson la diferencia en este caso es que la palabra prima sobre la acción.

Es innegable la influencia que esta película tendrá sobre "Ten" (2002) uno de sus próximos trabajos en el que narra los conflictos de una mujer taxista quien acaba de divorciarse. Por momentos nos encontramos con grandes planos secuencia de un personaje hablando o escuchando mientras el automóvil está en movimiento tal como sucede en El sabor de las cerezas. Es también innegable como Kiarostami recoge algunos de los aspectos formales ya tradicionales en su obra y los maneja con gran maestría. El plano final de “A través de los olivos” termia siendo casi el mismo que vemos en el momento en el que Afshin Khorshid Bakhtiari encarnando al joven soldado corre por el desierto. El momento en el que Mr. Badii corre buscando a Mr Baghi en el museo de historia natural nos recuerda inmediatamente la travesía de Ahmed buscando a Mohamed Reda en “Dónde está la casa de mi amigo”. Una combinación de travelings horizontales acompañados de un uso sutil del zoom que retrata con gran precisión la situación sicológica del personaje.
Finalmente cabe resaltar el excelente trabajo de Abbas Kiarostami frente al gran reto que supone la dirección de actores naturales y la interesante intersección que proponen sus películas entre lo documental y la ficción. En este caso los puntos más altos están logrados en el trabajo con Abdolrahman Bagheri y el ya antes mencionado Afshin Khorshid Bakhtiari.

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelente

...

Nace, hace películas y las critica.